CDMX.– Al aproximarse las celebraciones de Nochebuena y fin de año, el pavo o guajolote reafirma su posición como el protagonista indiscutible de las cenas familiares en México. La Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural destacó que esta ave, domesticada hace más de 2000 años en territorio nacional, representa una «delicia gastronómica» que se disfruta en diversas presentaciones como al horno, relleno, en adobo o al vino.

El origen de esta especie está profundamente ligado a la historia de México, donde se le conoce originalmente como guajolote, término derivado del náhuatl huexolotl que significa “gran criatura”.

Según informó la dependencia, esta ave “se consumía desde la época precolombina, durante festividades aztecas, por lo que también tenía un profundo significado cultural al ser un elemento de los rituales de la época”.

La relevancia histórica del guajolote trascendió lo alimentario para entrar en el terreno de lo sagrado. Los mexicas lo vinculaban con el Dios Tezcatlipoca y las deidades del Sol, bajo la creencia de que “los guajolotes habían sido hombres en épocas anteriores”.

Fue tras la conquista cuando el ejemplar llegó a Europa, donde inicialmente se le denominó «gallina de indias» por su similitud con el pavo real, adoptando posteriormente el nombre de pavo.

Además de su valor cultural, se subrayó su aporte a la salud debido a que su carne es magra, baja en grasa y colesterol, con un alto contenido en hierro y vitaminas del grupo B. En términos de producción, México mantiene una actividad constante en este sector.

De acuerdo con datos de la Dirección General del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (DGSIAP), “en México se produjeron 25 millones 576 mil 845 toneladas de guajolote en pie y 8 millones 996 mil 084 toneladas carne de canal en 2024”.

Con estas cifras y su vasto legado, el guajolote continúa siendo un símbolo de tradición y nutrición para las familias mexicanas durante la temporada decembrina.

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