El deterioro y un inasible renacimiento

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Por: Rubén Pérez Anguiano*

El PRI, el gran partido mexicano del siglo XX, se asoma a la extinción. Su deterioro es progresivo y parece incontenible, por lo menos en la actual circunstancia. Se ve muy distante la posibilidad de un renacimiento, como lo logró en otras ocasiones, incluso contra todos los pronósticos.

No es la primera vez que enfrenta la adversidad, cierto, pero en su larga historia logró vencer las profecías de su final. Por ejemplo, los principales analistas sostenían, hace algunos años, que este partido no podría sobrevivir a la pérdida de la presidencia del país. El argumento parecía sólido: el PRI no fue un partido que conquistó el poder, sino un partido creado desde el poder (aquella convocatoria de Plutarco Elías Calles, en 1928, que marcó el fin del conflicto armado y el cauce institucional de la Revolución). Por ello, sonaba lógico que sin el respaldo presidencial el partido se extinguiría rápidamente.

En fin, el PRI perdió a su último gran candidato auténtico (Luis Donaldo Colosio), soportó a un presidente alejado de sus convicciones (Ernesto Zedillo), enfrentó la pérdida de la presidencia (con Vicente Fox), volvió a perder (con Felipe Calderón) y no sólo sobrevivió, sino que siguió ganando elecciones estatales y municipales importantes. De hecho, hasta logró recuperarse para conquistar otra vez la presidencia.

El escenario es distinto en este momento. El PRI perdió de forma continua las gubernaturas que retenía, lo cual estuvo acompañado de sospechosas maniobras en las que intervinieron algunos de sus gobernadores, quienes fueron premiados con atractivas embajadas en Europa. De hecho, el PRI puede presumir en este momento más embajadores que gobernadores.

La excepción evidente es la del gobernador Riquelme, en Coahuila, que concluye como uno de los mejores o incluso el mejor del país (más del 60% de aprobación según algunos sondeos), mientras que el PRI local refrendó el triunfo. Claro, a Riquelme aún no se le ofrece ninguna embajada.

La gestión del dirigente nacional, Alejandro (Alito) Moreno parecía prometedora al inicio, pero bajo su gestión el PRI ya acumuló un rosario de traiciones y derrotas. Eso sí, en lugar de renunciar como hubiera sido lógico, Alito se mantuvo obsesivo en el cargo haciendo evidente el interés por mantenerse en la jugada e intervenir en el reparto de posiciones plurinominales.

De hecho, con esta gestión decepcionante el PRI ni siquiera presenta una candidatura propia a la presidencia, lo que es inédito en su historia. Ya la candidatura anterior, la de José Antonio Meade, despertaba serias sospechas, pues no se le reconocía una auténtica militancia, pero ahora ni eso. En el juego de las encuestas, incluso, se dejó de apoyar a la aspirante priísta con mejores posibilidades competitivas, Beatriz Paredes.

Como es lógico, los recientes nombramientos del equipo de campaña de Xóchitl Gálvez se enmarcan en su propia formación y expectativas partidistas. Es la candidata del PAN, hasta el momento, no de una alianza.

El PRI en Colima, por su parte, no canta mal las rancheras. Es un partido sin posicionamientos claros en el debate político local. Pareciera, incluso, que no existe. Su dirigencia formal guarda un silencio absoluto frente al gobierno estatal, por más que sean evidentes los aspectos dignos de una crítica formal, sensata y oportuna.

El PRI local también enfrenta una “fuga hormiga” de priístas que ya no se sienten representados allí y se desgajan los escasos cuadros representativos.

Quizás ello sea parte de una compleja estrategia política cuyo fin, obvio, no es fortalecer al partido, sino alcanzar las posiciones plurinominales que caigan al alcance de la mano.

Eso puede ser astuto, por una parte, pero por la otra es el camino para acumular muchas decepciones más.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 55 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo, ensayo y fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policiaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.