EL CANIBALISMO RITUAL
Por: Noé GUERRA PIMENTEL
La historia no se construye con fanatismos, mentiras o afirmaciones inicuas, sino con evidencias. El canibalismo ritual ha sido una práctica ancestral en diversas culturas; por tanto, no debería escandalizarnos.
A lo largo de la historia de la humanidad, desde la prehistoria hasta la actualidad, el consumo de carne humana ha sido un ritual común en algunas sociedades, sea con fines religiosos, mágicos o de supervivencia. Sus orígenes se remontan a la prehistoria, cuando los humanos primitivos lo practicaban como forma de supervivencia, fuerza y poder. Entre los neandertales se han encontrado evidencias de canibalismo en sitios como la cueva de Krapina, en Croacia.
En la antigüedad fue practicado por diversas culturas, incluyendo a los egipcios, para quienes era parte del ritual en sus usos funerarios; los griegos y romanos mencionan el canibalismo en sus mitos y leyendas; y, entre los mexicas y otros grupos, que asumían el canibalismo como fuerza, vitalidad y poder. En lo que es hoy América, fue practicado por diversas culturas indígenas, incluyendo a los tupinambás del Brasil, que creían que comer carne humana les sumaba fuerza y coraje; los iroqueses de Norteamérica, que lo practicaban como rito de guerra. Aunque el canibalismo ritual es un uso que ha sido condenado por la mayoría de las sociedades actuales, es importante entender su contexto para comprender mejor la complejidad de la naturaleza humana, sin olvidar que aún se hace en varias partes del mundo, como en regiones del amazonas y en islas del Pacífico.
Por lo anterior, enjuiciarlo desde la perspectiva actual, como parte de una falsa narrativa de malos contra buenos y con fines ideologizantes, más que una propuesta de soberanía nacionalista es una retorcida perversión. Que quede claro, el canibalismo entre los mexicas no es una invención de la conquista ni un mito moderno. Está ampliamente documentado y hoy no se debate en la academia, se estudia. Investigadores como Michel Graulich, Guilhem Olivier, Yolotl González, Eduardo Matos Moctezuma y Stan Declercq, entre otros, han demostrado con fuentes arqueológicas, etnohistóricas y lingüísticas que la antropofagia ritual fue parte del sistema religioso y militar de diversas etnias y se justificaba con sus dos tipos de guerra: las guerras de conquista, para someter pueblos y cobrar tributo; y, las guerras Floridas, cuyo objetivo principal era capturar prisioneros para el sacrificio.
Los cautivos eran llamados “tlaxcalli” (tortillas). El maestro Chimalpáhin, cronista indígena, describe la guerra como “andar detrás de las tortillas plegadas”. Tlacaélel comparó el campo de batalla con un tianguis, donde los dioses “compraban” cuerpos para comer. Los cautivos eran sacrificados, su sangre alimentaba a los dioses de su cosmogonía. La carne de las víctimas se repartía como trofeo entre los captores y la élite. El tlatoani, por ejemplo, recibía un muslo. La carne se cocía con maíz en un caldo llamado tlacatlaolli (“comida de hombre”), antecedente del pozole. Las cabezas se exhibían en los tzompantlis, huesas que siguen siendo descubiertas en la zona del altiplano, principalmente en inmediaciones de la Ciudad de México.
Negar el sacrificio humano entre los grupos tribales y nativos prehispánicos y el canibalismo ancestral no es defensa cultural, es negacionismo histórico. Como señala Marcelo Gullo, la Mesoamérica prehispánica estuvo más cerca del infierno ritual que de un paraíso idealizado.
Bibliografía: 1. Trinkaus, E. (1985). Cannibalism and starvation in the Middle Pleistocene. Journal of Anthropological Research, 41(2), 153-164. 2. Sahagún, B. (1577). Historia general de las cosas de Nueva España. 3. Heródoto. (s. V a.C.). Historias. 4. Ovidio. (s. I d.C.). Metamorfosis. 5. Lévi-Strauss, C. (1955). Tristes trópicos. 6. Morgan, L. H. (1851). League of the Ho-dé-no-sau-nee, or Iroquois. 7. Yolotl González – El sacrificio humano entre los mexicas. 8. Eduardo Matos Moctezuma – Muerte a filo de obsidiana. 9. Guilhem Olivier – Tezcatlipoca. 10. Michel Graulich – El sacrificio humano entre los aztecas. 11. Stan Declercq – Comer al otro. 12. Marcelo Gullo – Nada por lo que pedir perdón.



















