Fernanda Jiménez Morfín y Valeria Fernández Robles, estudiantes de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Colima, desarrollan el proyecto de investigación titulado: “Actividades recreativas para la mejora de habilidades emocionales y de conducción social en niños con trastorno del espectro autista (TEA) en primer grado: estudio de caso de gemelos”. Con este trabajo buscan facilitar la integración de los menores con autismo a la sociedad.
Las estudiantes explicaron que el proyecto surgió a partir de su participación en el programa de Atención a la Diversidad que ofrece la propia Facultad. Fue ahí donde conocieron el caso particular de dos gemelos con nivel 1 de autismo. Aunque ambos compartían diagnóstico y mostraban conductas similares, tenían diferencias significativas en su comportamiento diario.
“Uno era más hiperactivo y los roles entre ellos se alternaban. Por ejemplo, un día uno llegaba muy dispuesto a trabajar y el otro mostraba apatía, pero al día siguiente ocurría lo contrario”, relató Fernanda Jiménez en entrevista.
Valeria Fernández comentó que existe la creencia errónea de que todas las personas con autismo son aisladas, cuando en realidad esto varía según el grado y los rasgos individuales que presentan. “El autismo es un espectro. Dos personas pueden tener el mismo diagnóstico, pero mostrar conductas diferentes. Por ejemplo, una puede ser muy callada y la otra muy habladora; no por eso podemos asumir quién tiene o no autismo. El diagnóstico debe hacerlo un especialista, no se puede basar solo en lo que nosotros percibimos”, subrayó.
Una vez confirmado el diagnóstico, explicaron, es importante canalizar a los menores a programas de apoyo, como el de Atención a la Diversidad. En este programa se aplica el Estudio Vineland, que evalúa el nivel de madurez acorde a la edad del niño.
El Estudio Vineland se refiere comúnmente a las Vineland Adaptive Behavior Scales (VABS), un instrumento psicométrico utilizado en psiquiatría infantil y adolescente, así como en psicología clínica. Se emplea especialmente en la evaluación de personas con discapacidad intelectual, trastornos del desarrollo generalizado y otros tipos de retrasos en el desarrollo.
“El niño responde una serie de preguntas que permiten identificar si ha alcanzado el nivel de madurez esperable para su edad. Si no lo ha hecho, entonces se trabaja en esas áreas para fomentar su autonomía y habilidades sociales, con el fin de que no sean excluidos”, detalló Fernández Robles.
En el caso de los gemelos, Jiménez Morfín señaló que detectaron dificultades en el manejo emocional. “No sabían regular sus emociones, invadían espacios o reaccionaban con enojo si algo no les parecía. Por eso trabajamos con ellos en aspectos de socialización, comunicación, vida diaria, así como en áreas de motricidad fina y gruesa”, dijo.
Para ayudarles a identificar y comprender sus emociones, implementaron actividades estructuradas que requerían seguir instrucciones paso a paso. Una de ellas fue el ejercicio del “Mini chef”, donde cada niño debía escribir y seguir una receta. “La idea es que aprendan que hay un procedimiento, y si algo sale mal, se puede repetir. No se necesita reaccionar con enojo o frustración. Este tipo de ejercicios los ayudan a conocerse mejor para después poder interactuar con los demás”, explicó Valeria Fernández.
Sobre su experiencia en esta investigación, Fernanda Jiménez reflexionó: “Más allá de lo académico, aprendí que el amor más sincero viene de los niños neurodiversos. Muchas veces evitamos estos temas por miedo o desconocimiento, como si ignorarlos los hiciera desaparecer. Como educadora aprendí que se necesita mucha paciencia y compromiso; no basta con dar una clase, hay que comprender lo que implica realmente el aprendizaje”.
Para Valeria Fernández, el proyecto marcó una ruta profesional. “Antes no sabía muy bien hacia dónde iba, pero al involucrarme, descubrí un mundo que muchas veces se ignora. Hay quienes dicen ‘¡ay, tiene autismo!’, como si fuera una barrera definitiva. Pero a través del proyecto vi que como educadores físicos podemos aportar mucho. La inclusión no es solo decir ‘te acepto’, sino comprender, ayudar a que se adapten y lograr también que la sociedad se adapte a ellos”, afirmó.
Fernanda y Valeria realizan este trabajo bajo la asesoría de las profesoras Melissa Janeth Vergara Vázquez y Eva Rosalina García-García.