De minificciones y otras enormes minucias (*)

Dislates 
Por: Salvador SILVA PADILLA

‎(A Osmín Hamud y su paciente cultivo de microcuentos)

‎I‎

‎Gracias al trabajo de Margit Frenk Wetheim, la literatura oral pudo alcanzar el reconocimiento académico que merecía. La doctora Frenk murió a los 100 años de edad el pasado 20 de noviembre.

‎Debo confesar que por la semblanza que de ella hicieron los medios, fue que me enteré de su fructífera trayectoria vital.

Por otro lado, de manera totalmente fortuita, esto es, sin siquiera proponérmelo (estaba buscando a otro autor), ayer me topé con esta joya de minificción.  A manera de homenaje, así como por la originalidad y su apabullante vigencia, me permito publicarla:

La importancia de tener un enemigo

‎Margit Frenk Westheim ‎

‎Una de las instituciones más útiles en la vida es el enemigo. No me estoy refiriendo a enemigos como, por ejemplo, el dueño del guajolote, vecino de mi amigo Sergio, o mi propio vecino, amo de la perrita que se  pasa llorando los fines de semana. A lo que me refiero es a un enemigo más abstracto, como la iniciativa privada, los masones, el gobierno, los comunistas, las empresas transnacionales, los judíos, el imperialismo, los intelectuales, etcétera, etcétera. ¡Vivan todos y cada uno de ellos! Nos ahorran el trabajo de pensar. Las cosas van mal, no hay duda. Pero no necesitamos devanarnos los sesos para averiguar por qué van tan mal. Ahí está el buen enemigo que con angelical paciencia carga todas las culpas. En comparación con él, el papel de los amigos es más bien pobre.

‎II‎

‎Mientras tanto, de Agustín Monsreal, (quien sí era el autor  que estaba buscando), van estas dos joyas.

‎Reencarnación

‎‎‎¡Carajo, otra vez perro!

‎Gente de letras

‎Mi mujer y yo hemos peleado. No nos dirigimos la palabra. Antes de acostarnos, le dejo una nota sobre el buró:

‎“Por favor, despiértame a las siete.”

‎A la mañana siguiente, un exceso de luz me hace abrir los ojos: las nueve y media. Junto al reloj, un recadito:

‎“Despiértate, ya son las siete.”

‎Esta minificción me remitió a esta otra, de uno de los más grandes autores de minificciones habidos y por haber: Juan José Arreola, quien, por cierto, era un experto a la hora de diseccionar las relaciones de pareja.

“Científicamente considerado, el matrimonio es un molino prehistórico en el que dos piedras rotativas se muelen a sí mismas, interminablemente hasta la muerte.”

In memoriam (Confabulario) 

Y para terminar este otro clásico del maestro Arreola

Yo señor, soy de Chuluapan  para servir a usted. Le recomiendo que vaya por allá si le gusta tratar con gente franca. Si les cae mal, se lo dicen en su cara y a lo mejor hasta lo matan, pero eso sí, frente a frente. Claridosos, como nosotros decimos. Los chivos, los puercos y las gallinas andan sueltos por la calle pepenando desperdicios y nadie se los roba, porque allá no hay ladrones. Pero eso sí, como dice el dicho, encierre usted sus gallinas, si no quiere que las pise mi gallo.

La Feria.

(*) Ofrezco mis disculpas a G.K.Chesterton por haberme robado el titulo.