Dislates
Por: Salvador SILVA PADILLA
I
Apostillas al Tratado de Semiótica General:
Me gustaría haber dedicado mi columna anterior a quienes considero los tres mejores lectores del «Tratado de Semiótica General» que conozco: Raúl Fuentes, Raúl Naranjo y Carlos Luna. Pero como nunca es tarde, los Dislates de hoy se los dedico.
Diego Petersen enriqueció con este comentario mi columna anterior: «Como decía Umberto Eco: ‘La semiótica es la teoría de la mentira. Lo que nos hace esencialmente humanos es la capacidad para mentir’. Le agradezco a Diego su pertinente reflexión. Y es que la capacidad de significar es, sí, la capacidad de mentir….. y también de imaginar, de crear…
II
**Retazos Borgianos**
Partiendo de lo que escribió Borges: «Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído», a continuación, estos retazos borgianos:
**Borges y su definición de poesía:**
Borges en su libro Siete Noches, recabó una serie de conferencias que dictó sobre varios de los temas que más le atraían: «La Divina Comedia». «La pesadilla», «Las mil y una noches», «El budismo», «La cábala», «La ceguera» y «La poesía». Borges termina su conferencia sobre esta última, con la que considero es una de las mejores definiciones sobre lo que es la poesía. Es de las que no se necesita dar más explicaciones. (Sí, del tipo de las que hace exclamar a los narradores de futbol expresiones tales como: «apaga la luz y vámonos»).
A continuación la cita exacta de Borges: «Voy a concluir con un alto verso del poeta que en el siglo XVII tomó el nombre extrañamente poético y real de Angelus Silesius. Este verso viene a ser el resumen de todo cuanto he dicho esta noche, salvo que yo lo he dicho por medio de razonamientos o de simulados razonamientos:
«La rosa es sin porqué; florece porque florece.«
III
**La flor de Coleridge**
En el ensayo «La flor de Coleridge», publicado en «Otras Inquisiciones», Borges menciona que Paul Valéry decía que la historia de la literatura no debería ser la de los autores ni de los accidentes de sus carreras, sino la «Historia del Espíritu como productor o consumidor de literatura…», «Esa historia podría llevarse a término sin mencionar un solo autor». Lo cual me parece doblemente paradójico, porque en el título y en el primer párrafo ya cita a dos autores (Coleridge y Valéry), pero más allá de estas minucias, la selección de la cita es profunda, poética y borgiana:
«Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?»