Historias del COVID (II)
Dislates
Por: Salvador SILVA PADILLA
I
Entre los artículos que presenta Cuando enseñamos y aprendimos en casa. La pandemia en las escuelas de Colima, quiero destacar las palabras de consuelo que una niña de cinco años dirigió a su maestra: “Pero, ¡va a pasar pronto!” (título de la colaboración de Ma. Guadalupe Preciado Brizuela) que nos permite recordar cómo a la incertidumbre personal y familiar frente al COVID 19 que ponía en riesgo su vida y las de sus seres queridos, los maestros tuvieron que afrontar los retos de una nueva forma de enseñanza a distancia, y cómo esas palabras, -de una pequeña de preescolar- se volvieron un bálsamo para enfrentar profesional, personal y familiarmente la pandemia.
II
Asimismo, Edson David Ballesteros, nos narra en ”La educación a distancia en los telebachilleratos comunitarios”, la manera como la comunidad académica de La Esperanza, Coquimatlán, se organizó para afrontar, en medio de la pandemia, los gigantescos retos educativos y de rezago social que padece una población rural de apenas 640 habitantes.
“Casi todos los alumnos que trabajan, lo hacen en tareas agrícolas o en viveros, y la enseñanza a distancia se complicó porque sus patrones aprovecharon que no había clases presenciales para ampliar la jornada laboral, lo que provocó rezago y desinterés por los estudios”.
En una de las visitas a la comunidad, el autor observó algo que le llamó poderosamente la atención: “la vida parecía seguir exactamente igual, como si las personas estuvieran seguras de que se trataba de un virus exclusivamente urbano, nadie portaba cubrebocas, cada uno trabajando en lo suyo”.
Los primeros resultados escolares fueron alarmantes: “luego de diez semanas de Aprende en Casa a través de medios digitales, sólo el 24 por ciento de los estudiantes del plantel” habían aprobado. Ello significaba que tres alumnos de cada cuatro, habrían reprobado en los de por sí ya desfavorecidos telebachilleratos comunitarios.
Así, Edson David Ballesteros, narra que en medio del confinamiento, en una tarea contra el tiempo y con los escasos recursos con los que contaban (pero con una voluntad e ingenio a toda prueba), “rediseñamos la estrategia una y otra vez en reuniones de Consejo Técnico…. Nos organizamos para crear grupos de WhatsApp con la mayoría de los estudiantes, localizar por redes sociales a otros e incluso, con apoyo de los jóvenes becarios que viven en la misma comunidad, se realizaron visitas domiciliarias.
El esfuerzo fue tremendo e integral: “Para hacer más eficiente nuestra labor, se nombraron tutores por grupo y se prestaron equipos de cómputo a quienes no tenían…, se facilitó la contraseña del internet del plantel para quien no tuviera conectividad e hicimos cuadernillos impresos con las actividades de la plataforma para quienes, aun después de todas las facilidades, no podían -o no querían- ingresar desde internet. Fue un trabajo extenuante, no paramos hasta convencer y apoyar a la gran mayoría de los estudiantes para no perder el ciclo escolar».
Los resultados fueron contundentes: “el 82 por ciento de los estudiantes culminaron de manera exitosa el semestre aprobando todas las asignaturas. Incluso para el 18 por ciento restante, se previeron realizar opciones de regularización con el fin de disminuir el abandono escolar y maximizar el logro de los aprendizajes aún en tiempos de pandemia, teniendo en cuenta que se trata de un contexto social, económico y cultural adverso para la educación a distancia”.
En una palabra, les dieron armas a los estudiantes para hacerle honor al nombre de su comunidad.
III
La obra, Cuando enseñamos y aprendimos en casa. La pandemia en las escuelas de Colima tuvo una doble presentación (a distancia y el mismo día, el 5 de octubre de 2020); la primera, por la mañana con la SEP en Colima, contando con un comentarista de lujo: Manuel Gil Antón, -Dr. en Ciencias por el CINVESTAV, Profesor investigador del COLMEX y miembro del SNI, Nivel III, además de articulista de El Universal). Por la tarde, para el portal de periodismo educativo Educación Futura, participando Arcelia Martínez, académica de la Universidad Iberoamericana y Antonio Jarquín, profesor de la UNAM y columnista de La Jornada.
Por iniciativa de la maestra Arcelia Martinez, los diversos capítulos que integran la obra fueron publicados mensualmente en El Faro Educativo -sitio especializado de la Iberoamericana-. El libro inspiró la publicación de otro libro similar. Este del Colegio de Bachilleres de San Luis Potosí.
Sobre la pertinencia de la obra, más preciso aún, la urgente necesidad que se vivía de compartir este tipo de experiencias, baste señalar que tan solo en su versión electrónica, el libro tuvo más de dos mil descargas.