#CrónicasMaternas: del desapego a lo material

Hace ya diez años ocurrió lo mejor que pudo haberme pasado en la vida joven: salir de casa, salir al mundo, el vive la liberté.

De principio fui adoptada por la familia de mi entonces pareja a quienes les guardo un cariño infinito. Después me arropó la familia de mi incondicional Urzula Reyes, quien me ha acompañado por todas las crisis habidas y por haber desde hace 15 años.

Después de una racha de eventos desafortunados, rupturas amorosas, desempleo, reajuste emocional y financiero, por fin junté dinero para rentar mi propia casa y vivir en ella.

Entonces hicimos un House Shower, como un Baby Shower, pero de artículos para el hogar. Quería darle mi propio toque a ese pedazo que mundo que llamaba hogar, así que fui a la walmar (supongo que desde entonces me gusta ir allí a bobear).

Compré dos juegos de plato hondo, plato plano y taza de color tinto. Fueron los primeros artículos que yo elegí para Mi Casa, por ende representan ese esfuerzo hacia la independencia.

Diez años después en el cuarto hogar postcasamaterpaterna, aún me acompañan esos artículos y sólo los uso cuando quiero que algún platillo luzca especial.

Desde que Polonio y yo vivimos juntos, hace tres años aproximadamente, tenemos una vajilla de taquería en color azul turquesa. La porcelana se sustituyó por plástico, para evitar accidentes y solo uso usaba la taza para mi café.

Después de estos antecedentes, ahora sí, a donde quería llegar:

Cuando llegan los hijos y las hijas, los apegos a lo material quedan en segundo plano.

Recuerdo que cuando estaba embarazada, Polonio mandó grabar uno de mis encendedores Zippo con el logo del bar. Ese encendedor me acompañó cuando estudiaba la carrera en Periodismo y aunque ya no fumara, me dolió en el alma que tomara el encendedor y lo modificara como suyo cuando era mío.

Es una mamada, lo sé, pero… al mismo tiempo no lo es.

Al convertirme en madre cedí mi cuerpo a otro ser, dejé de pensar en mí misma como prioridad y coloqué a bebé y sus necesidades sobre las mías. Dejé atrás mi vieja alimentación, vida social, manera de pensar, forma de relacionarme, todo. Así que ese encendedor, aunque no pensara fumar, me pertenecía como tesoro de lo que fui.

Después entendí eso otro, que con hijos uno debe desprenderse, casi obligadamente, del amor a lo material o las cosas banales, porque ya nada me pertenece, ni mi propia hija.

Por acá, usamos parte de la idea Montessori donde valoran la capacidad del niño o la niña como eje primordial para su desarrollo.

María Montessori dijo una vez que “si no le damos a un bebé un vaso de cristal es porque valoramos más el vaso que el aprendizaje”

Acá con La Infanta siempre hemos abogado por sus capacidades, aunque eso implque agarrarnos el corazón con los dientes más de una vez.

Damos más importancia al aprendizaje del equilibrio, la destreza, el cuidado y, obviamente, a las consecuencias de un vaso mal agarrado, que al vaso en sí.

Por este motivo, la única taza que quedaba del inicio de mi Single Life, se rompió en pedacitos.

Aclaro que no es la primera vez que las cosas se rompen o cambian de forma. Con la Infanta la cosa es así de sorpresiva, de cambiante y adaptable.

La Era del Jaguar arrasa con todo lo que no le sirve o le estorba para progresar.

Si, se que existen técnicas de reutilización, pero siendo congruente con mi terapia, la taza se rompió y se fue.

Literal se rompió una taza y cada quien para su casa. Una casa nueva, eso sí. Porque tampoco soy single, tampoco estoy yo sola. Si guardamos la porcelana al vivir con Polonio, podemos cambiar de taza para el café con la infanta.

Días después, mi hermana la médica me envió por paquetería un juego de tazas nuevas. Ella tiene dos hijos también y entiende el valor del café por las mañanas para funcionar.

Así que por ahí va la cosa. Sé que la onda Montessori va funcionando porque veo el valor de La Infanta Sin Miedo quien aprendió a saltar escalones sin agarrarse de la mano a alguien, o en lo fino de su trazo para rayar paredes, la puntería para esconder cosas en pequeños pliegues o para abrir cierres y sacar billetes de mi cartera.

Funciona y si funciona se queda.

Como dijera el buen Bolis, el locutor Álvaro Gutiérrez, la niña está en la etapa de la lotería. Ni modo, qué hacer.

#CrónicasMaternas: de rituales y romperse