COLIMA EN LA HISTORIA
Por: Noé GUERRA PIMENTEL
Pocos pueblos logran levantarse de la desesperanza después de ver su mismo origen y toda su historia perdida. Coquimatlán sí pudo hacerlo. Hace 189 años esa localidad fue borrada, sepultada bajo agua y toneladas de piedras, tierra y arena; la causa, una feroz creciente del río Armería que después de una intensa lluvia de días los tomó desprevenidos la madrugada del 17 de septiembre de 1836, cuando después del trémulo de la tierra desgajada, entre ramas y lodo todo fue arrastrado a su paso dejando como testimonio un bardón al canto que hacía un alzado arco, del que a la fecha, víctima del tiempo, quedan los dos gruesos muros de piedra frontales de lo que era la casa municipal hasta aquella madrugada; del resto, nada, solo oscuridad, agua, gritos, llanto y tristeza.
Dos años antes, Colima entero había colapsado con más de 180 decesos víctimas del cólera morbus, según las autoridades del aun reconocido Territorio, el cnel. Ignacio Pita, comandante militar y el cura párroco de Colima, don Antonio Valdovinos. Demarcación esta, que ya para 1836 había pasado a ser Distrito del sudoeste bajo el gobierno centralista de Antonio López de Santa Anna, quien ese mismo año perdería el vasto territorio de Tejas, luego de las batallas del Álamo y de San Jacinto al norte de la ya República Mexicana. En notas de Guzmán Nava, Ricardo. (Res. Hist. de Col. 1988), fueron Liberato Maldonado y Leandro Bravo, quienes el 18 de enero de 1836 presentaron respetos en Morelia, Mich., sede del Departamento, aceptando la nueva condición política dada a esta demarcación que así crecía su disminuida frontera con tres partidos.
El distrito de Colima, que comprendía el ahora municipio de la ciudad capital, además de las demarcaciones de los poblados de Coquimatlán, Tecomán, Valenzuela, Ixtlahuacán y Manzanillo. El de Almoloyan con ese pueblo, además de Comala, Suchitlán, Zacualpan y Juluapan y, el más extenso, el de Coalcomán, partido en el que estaban comprendidas las demarcaciones de ese centro poblacional junto con Jolotlán, Chamila, Zinacamitlán, Maquilí, Ostula, Coíre, Pómaro, Aquila, Huizontla, Coahuayana y Tumbiscatío. Ese fue el Distrito del Sudoeste cuya capital recaía en la ya ciudad de Colima, desde 1824. Condición que mantuvo hasta 1846, cuando volvió a su antigua condición de Territorio, disminuyéndose drásticamente sus límites geográfico-políticos.
Al tiempo, de entre los escombros y el lodo fueron rescatados, además de la efigie de la virgen de la Merced, que se conserva resguardada en la parroquia de San Pedro, así como algunos utensilios religiosos, como un cáliz con el nombre del cura párroco gestor del nuevo templo de culto actual, d. Manuel de la Cruz Ramírez, un atril y la base de un cirio. Lo único salvado de aquella puebla que oficialmente fue reconocido como Pueblo indígena* con su primer Ayuntamiento instalado el 15 de enero de 1826, con su primer presidente, Manuel Lucas y regidores: Miguel Gerónimo, Diego Francisco, Santiago de la Cruz, Juan de Aguilar y Miguel de la Cruz; y, como síndico procurador, José Ricardo (*AHMC. Caja D-42. 1826).
Con antecedentes en su anterior ubicación, aproximadamente a kilómetro y medio de la actual, como Encomienda otorgada al castellano Rodrigo de Evia, por el Juez repartidor Alonso de Arévalo, Coximatlan (así aparece), junto con Ostula, ahora de Michoacán, fue reconocida como tal desde 1532, según consta en el Boletín del AGN; aunque, poco más de un siglo después, en 1642, se le reconoce como Pueblo indio de San Francisco de Coquimatlán. Exp. 1, de la caja 13 legajo 75. AHMC.
El episodio vivido por las más de cien familias de entonces, hace ya 189 años, no fue menor, además de sus bienes perdieron a familiares, víctimas de aquella súbita avenida que en torrente les aisló en un islote después de llevarse a decenas de seres que, en la oscuridad, el terror y la sorpresa, no se encontraron con aquellos que amanecieron aterrorizados, poco más de 500, entre hombres, mujeres y niños, que, desde el 21 de octubre de 1836, decidieron reconstruirse ahí, donde siguen hoy, a metros de aquel lugar de la tragedia.



















