Clase media, la más sacrificada de México

APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI

En México, la clase media se ha convertido en el grupo social al que todos mencionan, le cargan la responsabilidad y nadie defiende.
Es el sector que trabaja, paga impuestos, sostiene el consumo interno y cumple la ley. Y, paradójicamente, es también el más castigado por las decisiones económicas del Estado.

No recibe apoyos sociales, pero financia el presupuesto público para financiar a las clases más bajas y los programas asistenciales del país. No tiene fortunas, pero carga con impuestos, inflación y endeudamiento. No vive en la pobreza, pero está cada vez la balanza la inclina más cerca de ella.

La narrativa oficial insiste en que el país avanza hacia la justicia social. Los datos dicen otra cosa. La clase media pierde poder adquisitivo año tras año. Los salarios crecen menos que los precios. La vivienda es más cara. La educación y la salud se encarecen. El crédito sustituye al ingreso real y el ahorro desaparece.

Pero el problema no es sólo económico, es estructural. La política pública ha optado por redistribuir sin generar riqueza suficiente. Se premia el consumo inmediato y se castiga la productividad. Se abandona la inversión, se debilita la infraestructura y se precariza el empleo formal, justo donde se concentra la clase media.

Mientras tanto, el discurso político divide al país entre ‘pueblo y élite’, ‘pobres y ricos’, ‘progres y capitalistas’, ‘izqueirda y derecha’ y ‘chairos y fifís’, dejando fuera a millones que no encajan en ninguno de los extremos. La clase media no es oligarquía ni asistencialismo: es esfuerzo. Y hoy ese esfuerzo ya no alcanza.

La consecuencia es clara: endeudamiento crónico, informalidad creciente y movilidad social invertida. Hijos que vivirán peor que sus padres. Profesionistas que emigran. Pequeños negocios que cierran. Familias que sobreviven al mes, no al futuro.

Una clase media empobrecida es un riesgo país. Sin ella no hay estabilidad, no hay mercado interno y no hay contrapeso democrático. La historia demuestra que cuando este sector se quebra, el conflicto social no tarda en aparecer.

El Estado puede ignorarlo, pero no puede evitarlo. No hay transformación posible sin una clase media fuerte. No hay soberanía económica con salarios débiles. No hay justicia social cuando el sacrificio siempre recae en los mismos.

La clase media no pide privilegios. Pide reglas claras, oportunidades reales y que trabajar vuelva a valer la pena. Y hoy, en México, eso ya no está garantizado.

¿Cómo se define?
Organismos como el INEGI y la OCDE suelen ubicar a la clase media como los hogares que ganan aproximadamente entre 75 y 200 por ciento del ingreso medio nacional.

En México, de forma aproximada:
* Clase media baja: hogares con ingresos mensuales de $12,000 a $18,000
* Clase media típica: $18,000 a $35,000
* Clase media alta: $35,000 a $70,000

Lo que NO es
* No es pobre, pero tampoco es rica
* No vive del Estado, pero depende de que el sistema funcione
* No tiene grandes patrimonios ni redes de protección

La más sacrificada
* La más afectada por la inflación
* La que más impuestos paga proporcionalmente
* La menos protegida por programas sociales
* El amortiguador entre desigualdad y estabilidad social