El balance de muertos en el incendio en una planta de gas cerca de Reynosa (Tamaulipas, nordeste de México) se elevó este miércoles a 29 personas, mientras el gobierno anunciaba una investigación detallada sobre el origen de la conflagración que, según testigos, convirtió en un infierno las instalaciones.
Petróleos Mexicanos (Pemex) informó en un comunicado que la cifra de muertos aumentó de 26 a 29, de los cuales cuatro son trabajadores directos de la petrolera estatal y el resto son contratistas.
Otros 26 trabajadores resultaron heridos y tres permanecen desaparecidos, dijo la empresa en su último balance.
Al anunciar que se ha iniciado una investigación minuciosa, el presidente de México, Felipe Calderón, expresó sus condolencias a los familiares de las víctimas y dijo que la oportuna intervención de los cuerpos de socorro evitó una tragedia mayor.
«He ordenado al director de Pemex que se lleve a cabo con la mayor celeridad y con el rigor profesional que se requiere, una muy exhaustiva investigación que esclarezca las causas», señaló Calderón en un discurso en la capital.
El director de Pemex, Juan José Suárez, declaró previamente a periodistas que las investigaciones preliminares apuntan a que se trató de un accidente, descartando la posibilidad de un atentado o una acción criminal.
«No tenemos ninguna evidencia de que se tratase de un incidente causado, o algún tipo de atentado o algo así, toda la evidencia apunta a que fue un accidente inusual», dijo a la prensa.
Suárez aseguró que toda la información sobre el funcionamiento de la planta está grabada en equipos electrónicos y que se pidió la colaboración de la Fiscalía y de empresas internacionales especializadas para analizarla.
Personal de Pemex y de las empresas contratistas, así como peritos de los servicios forenses continuaban la búsqueda de los tres desaparecidos.
La planta está ubicada a 19 kilómetros de Reynosa (Tamaulipas, nordeste), una ciudad de 600.000 habitantes fronteriza con Estados Unidos y sacudida en los últimos meses por acciones de los cárteles de Los Zetas y del Golfo.
«Se escuchó como si hubiera sido una bomba, como que iba a seguir más y más. Hubo una explosión y luego siguió tronando la chingadera, pensamos que iba a estallar todo», dijo a la AFP el responsable de una gasolinera ubicada a un lado de la planta.
«Eso parecía un hervidero, en la barda un brincadero de gente y la carretera parecía un hormiguero de gente corriendo», añadió el testigo.
El centro Receptor de Gas y Condensados de Pemex es un complejo desde el cual se distribuye el gas obtenido en la llamada Cuenca de Burgos, una de las principales zonas productoras de ese combustible en México.
Sin embargo, las autoridades descartaron que se vaya a presentar un desabastecimiento.
El accidente del martes es el más grave que se registró en instalaciones de Pemex desde diciembre de 2010 cuando 29 personas murieron en el incendio de un ducto en el centro del país.
Los angustiados familiares de los desaparecidos continuaban buscando con desesperación noticias sobre las víctimas.
Leslie Flores, una joven de 22 años madre de un bebé de diez meses, dijo a la AFP que ningún funcionario de Pemex ni de la empresa contratista ha dado la cara para informarle sobre qué sucedió con su marido y su cuñado, ambos desaparecidos. Su suegro fue uno de los muertos.
La petrolera estatal Pemex descartó este miércoles que el incendio en una planta de gas cerca a la frontera de México con Estados Unidos y que dejó 26 muertos, haya sido provocado y dijo que las investigaciones preliminares apuntan a «un accidente inusual». {jathumbnail off}