Analizan si las celebridades pueden ser realmente figuras diplomáticas efectivas

¿Contribuye la popularidad de figuras como Emma Watson, Angelina Jolie y otras celebridades a visibilizar y acelerar la atención a causas como la hambruna o el feminismo? Este fue el eje de la conferencia “Nuevas formas de diplomacia: La diplomacia de las celebridades”, impartida por Claudia Balseca Alpízar. La charla formó parte del Programa de Transferencia de Conocimientos de la Red Global MX – Capítulo España, y fue dirigida de manera virtual a estudiantes de Educación Superior de la Universidad de Colima.

La ponente explicó los orígenes y las diversas definiciones que ha tenido la palabra diplomacia a lo largo de la historia. Destacó que, en términos generales, se entiende como la gestión de las relaciones internacionales entre Estados, llevada a cabo por representantes oficiales -conocidos como diplomáticos o embajadores- que actúan en nombre de su país en otro territorio.

“No es sino hasta la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, firmada el 18 de abril de 1961, cuando se establecen formalmente las normas y procedimientos que regulan el reconocimiento y funcionamiento de los agentes diplomáticos, vigentes hasta hoy. Esta convención fue firmada por México y posteriormente ratificada el 16 de junio de 1965; entró en vigor el 16 de julio del mismo año”, señaló.

Hasta mediados del siglo XX, los encargados de las relaciones internacionales eran exclusivamente políticos. Sin embargo, este panorama comenzó a cambiar cuando el actor Danny Kaye fue nombrado el primer embajador de buena voluntad de UNICEF. Su causa principal fue la defensa de los derechos de la infancia, especialmente de los niños en situación de vulnerabilidad. Kaye grabó y produjo un documental que destacaba la labor de la UNICEF y todos los beneficios obtenidos por su proyección fueron destinados a financiar los programas y campañas de este organismo internacional.

La ponente señaló que uno de los hitos más representativos de la diplomacia de las celebridades fue el concierto Live Aid, organizado para recaudar fondos destinados a combatir la hambruna en Etiopía. Este evento se llevó a cabo de manera simultánea en Londres y Estados Unidos y logró reunir a aproximadamente a 1.5 mil millones de espectadores, tanto de forma presencial como a través de la transmisión televisiva. “Esto nos da una idea del enorme alcance y la influencia que pueden tener las personas famosas cuando enfocan la atención pública en problemas internacionales. A partir de esa década, comenzamos a ver a un número creciente de celebridades involucradas en este tipo de causas”, afirmó.

Hechos como los anteriores, agregó Claudia Balseca, han generado que cada vez más organizaciones privadas y de la sociedad civil recurran a una imagen que es reconocida en todo el mundo, con millones de seguidores para abanderar causas. “Gracias a su impacto mediático, a las celebridades se les facilita el acceso a grandes esferas políticas, llegando incluso a casos muy específicos como el del presidente Ronald Reagan, quien antes de ser presidente fue actor, o Arnold Schwarzenegger, que llegó a ser gobernador de California”.

La conferencista señaló que el activismo que realizan las celebridades ha llegado a equipararse con el lobbying (cabildeo) o la advocacy (defensa o promoción de causas), conceptos vinculados al ámbito de las relaciones institucionales y la influencia política. Sin embargo, destacó que “las celebridades gozan de una mayor simpatía por parte de los medios de comunicación e incluso pueden acceder a recursos más amplios y efectivos que muchos políticos”.

“¿Cuándo se considera a una celebridad como una figura diplomática?”, planteó la ponente. Explicó que, para ello, primero debe integrarse al sistema diplomático formal; es decir, formar parte activa de la estructura política encargada de gestionar las relaciones internacionales de un país o de una organización internacional. Además, debe participar en actividades propias de este ámbito y poseer habilidades de comunicación altamente desarrolladas, que le permitan conectar no solo con el público en general, sino también con los grandes centros de poder. Otro requisito clave es el dominio de los medios de comunicación y las redes sociales, lo cual permite que su discurso se difunda de forma inmediata a nivel global, otorgándole así un poder significativo.

Claudia Balseca dijo que las celebridades constituyen una forma de “poder blando”, lo que les permite legitimar las políticas internacionales y unir la opinión pública en favor de objetivos altruistas, garantiza su acceso a los líderes mundiales y a recursos que por sí solas, las organizaciones no pueden acceder.

Sin embargo, advirtió que existe un cuestionamiento importante sobre el papel de las celebridades en la diplomacia: ¿hasta qué punto un cantante o un actor pueden participar -y, sobre todo, conducir con éxito- una negociación internacional o contribuir de manera efectiva al cambio? Específicamente, se duda de su capacidad para influir en la redacción de nuevas políticas internacionales que ayuden a resolver problemas graves, como las violaciones a los derechos humanos o la consecución de treguas en conflictos armados.

Queda entonces la duda: ¿quién puede ser considerado una celebridad diplomática? ¿Solo actores y cantantes como Leonardo DiCaprio o Angelina Jolie, que han pronunciado discursos ante la ONU? ¿O también escritores como Paulo Coelho, líderes religiosos como el Papa, e incluso figuras políticas como Donald Trump o Volodímir Zelensky? “El debate sigue abierto: ¿pueden estas figuras ser incluidas en la categoría de diplomáticos debido a su alto perfil mediático? ¿Y cuáles son los criterios que deberían establecerse para definir quiénes pueden integrar esta lista?”, planteó la ponente.

Otro punto de discusión que surge a partir de esta nueva forma de diplomacia es si la diplomacia tradicional, históricamente ligada a estructuras políticas formales, está preparada para adaptarse al pluralismo social contemporáneo. También se cuestiona si las celebridades realmente están actuando de manera efectiva y contribuyendo al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Como invitados estuvieron: Susana Preciado, coordinadora general de Docencia; Mario de Anda, director general de Educación Superior; Cristina Tapia, directora de la Facultad Ciencias Políticas y Sociales; Almira Escalera, directora general de Educación Continua y Jessica Romero, directora de la Facultad de Derecho.