«Llamé a mi patrón para decirle que mi apartamento se había inundado», se divierte la sudafricana Sinehlamhla, al mencionar la excusa que dio para no ir a su trabajo al día siguiente de una fiesta por un partido importante en el Mundial de fútbol-2010.
Una tía anciana enferma, un problema con el coche… Las excusas no faltan durante la Copa del Mundo sudafricana, en la que la población sigue festejando a pesar de la eliminación de los ‘Bafana Bafana’. Esto se ha convertido en un rompecabezas para las empresas, cuya productividad corre peligro de mermar.
Alrededor de un tercio de los empleados sudafricanos perderán al menos una jornada de trabajo para seguir los partidos, lo que significa una pérdida de 750 millones de rands (cerca de 73 millones de euros) para la economía, según un estudio del gabinete consejero Alexander Forbes, basado en los precedentes Mundiales.
Además del ausentismo, la primera economía del continente podría sufrir un ritmo más lento de su actividad durante las cuatros semanas que dura el torneo.
«Hemos perdido contratos y la actividad está en punto muerto, y además no tenemos autorización de trabajar en un radio de 10 kilómetros alrededor del estadio o del aeropuerto», se queja un directivo de una empresa de construcción de Ciudad del Cabo (suroeste).
La única solución para evitar la hemorragia del ausentismo en este país, orgulloso de acoger la primera Copa del Mundo que tiene lugar en África, es autorizar a los empleados a ver por televisión algunos partidos desde sus puestos de trabajo.
Numerosas empresas jugaron la carta más patriótica cerrando más temprano para permitir a su personal ver el partido inaugural, el 11 de junio, y el último del Grupo A des los ‘Bafana Bafana’, al martes ante Francia (victoria por 2-1).
Para los otros partidos, la negociación se revela más difícil y algunos se ven obligados a ver ya tarde por la noche la retransmisión de los partidos de la jornada.
Mike McDonald, profesor de inglés para extranjeros, ha solucionado el problema con facilidad: simplemente ha pedido vacaciones para poder asistir a los partidos en los cuatro puntos cardinales del país. «Es tan simple como eso», aclara este sudafricano de 21 años de edad.
Para limitar estos daños colaterales, las grandes empresas, como los bancos, han decidido instalar pantallas gigantes en sus oficinas. El grupo sudafricano De Beers, primer productor mundial de diamantes, también ha brindado cierta flexibilidad a sus 2.500 empleados, tanto en las minas como en los despachos.
De la misma manera, Samuel arregló con su empresa francesa en Johannesburgo para entrar a trabajar más temprano y tambien hacerlo en los fines de semana.
«En Holanda, el 15% de las empresas que han propuesto este tipo de arreglo a sus empleados han mantenido e, incluso, aumentado su productividad» durante la última Copa del Mundo, subraya un responsable de la organización Productivity SA, Iggy Sathekge. «Si la gente ve a su compañía hacer esfuerzos, es voluntariosa y trabaja más al día siguiente», afirma.
Y, a largo plazo, la Copa del Mundo, que debería atraer a 300.000 visitantes extranjeros, provocaría un crecimiento del país de medio punto en 2010, un año después de la gran recesión.