Libro presidencial

El pez sin el agua
Por: Rubén Pérez Anguiano*

Hace algunos años el periodista Julio Scherer interrogó al expresidente José López Portillo sobre sus libros dedicados a la Dinámica Política de México (3 tomos, publicados por Planeta en 1993).
Le dijo que dilapidaba esfuerzos volviendo a contar lo mismo sobre el pasado mexicano, en lugar de intentar un examen del poder y sus mecanismos, tema en el cual tendría una visión de primera mano, con la posibilidad de arrojar conclusiones que fueran útiles para el futuro. El expresidente hizo como que no entendió y le respondió socarrón: “lo que quieres es que cuente chismes”.

No era así, no se trataba de que se ventilaran anécdotas desde la visión presidencial. Lo que Scherer intentaba era que un hombre muy bien dotado para el análisis se concentrara en los dilemas propios del presidencialismo y la política en México. Pocos podrían abordar ese tema como lo habría hecho López Portillo, pero la oportunidad pasó y quizás nunca regresará.

Lo más cercano al fenómeno del poder y sus efectos desde la mirada de López Portillo fue su libro de memorias llamado Mis Tiempos, que es más bien una actualización de su diario o agenda de notas presidencial, pero el registro se quedó en lo superficial. El ex presidente se concentró en sus obsesiones con el pasado prehispánico, con obras como Quetzalcóatl (1976), Ellos vienen… la conquista de México (1987) y la mencionada Dinámica Política de México, donde utiliza la dialéctica (o lo que él entendía como tal) aplicada a la historia de México. Para ello concibe un “vector indio” (primer tomo), un “vector español” (segundo tomo) y una “resultante mexicana” (en el tercer tomo), intentando comprender y sintetizar al Estado mexicano actual.

Don José poseía inteligencia, amplia cultura, sentido del poder, estudios sobre el Estado y otras cualidades, pero su gobierno concluyó de forma desastrosa, a pesar de los augurios iniciales y la bendición/maldición petrolera. Por eso puede concluirse que la suya es una historia trágica en el sentido griego del término: un personaje que parece destinado a logros extraordinarios y termina en ruinas frente a la historia.

Los libros de don José no fueron bien recibidos y ni siquiera leídos con seriedad. Su imagen histórica es tan fuerte que las publicaciones no lograron deprenderse del personaje tras el telón. Tal es el destino de las osadías intelectuales que nacieron del poder: son vistas como meras extravagancias.

Lo mismo pasará con el libro Grandeza, del expresidente Andrés Manuel López Obrador, que al parecer se concentra (en sus propias palabras) en “reivindicar a los pueblos originarios del México antiguo, a la civilización negada, como diría Guillermo Bonfil Batalla, porque gracias a ese legado del conocimientos, valores, costumbres, tradiciones y arte, México, a pesar de los pesares, sigue siendo una potencia cultural en el mundo”.

Una acotación: me imagino que cuando el expresidente habla de “los pesares” de México se refiere, entre otras cosas, a sus malos gobiernos, pero eso es tan sólo una suposición.

Lo que sí podemos anticipar es que este libro será muy poco leído y que no aportará nada significativo a la historia literaria del país.

Libros como los de ambos expresidentes nacen muertos: son un recuento de obsesiones a la sombra del poder.

Puede añadirse que, entre ambos expresidentes (entre ambos López), existen muchas similitudes y variados paralelismos, pero sobresale una notable diferencia: uno de ellos fue considerado un hombre culto. El otro no logra, todavía, convencernos.

 

*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 57 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo y ensayo. Fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policíaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.