APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI
Ya no sé qué puede ser más catastrófico: si ver cómo miles de familias lo pierden todo entre el lodo y la desesperanza, o ver a un cártel criminal repartiendo despensas con su nombre grabado en voz alta y al gobierno repartiendo culpas.
Todo mientras los gobiernos federal y estatales maquillan cifras y la ayuda, con víveres y productos que llevan los colores institucionales de su partido, pidiendo —con cinismo— que no se politice la desgracia.
México ha llegado a ese punto donde la tragedia parece tener marca, donde la ayuda también sirve de propaganda y la miseria se reparte según la conveniencia política.
En Veracruz, donde las lluvias desbordaron los ríos y la paciencia, circularon videos donde presuntos integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación reparten víveres a los damnificados. “De parte del CJNG”, repiten, como si fuera una marca de agua sobre la desgracia.
Esto no es nuevo: cuando el Estado falla, otros llenan el vacío. Solo que ahora ese vacío se llena con logos criminales o con el color guinda institucional de Morena.
Porque mientras tanto, el gobierno hace lo mismo, pero con el color del partido en el poder. Camionetas, tinacos, colchones y despensas, todo con el sello partidista. Pero cuando alguien se lo cuestionó a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, ella lo negó y afirmó que “sería una tragedia si eso pasara”.
En medio de los reclamos de la población afectada, ella les prometió en Veracruz: “no se va a ocultar nada”.
Pero en la mañanera, frente a todo el país, le ordenó en voz baja —aunque captada por los micrófonos— al secretario de Salud, David Kershenobich: “no digas los municipios afectados”.
En el país del eufemismo y el surrealismo, esa frase suena casi como una broma cruel.
Claudia Sheinbaum recorrió las zonas devastadas, recibió reclamos y hasta intentó acallar a los damnificados con un gesto de “escúchame” usando su dedo indice en la boca. Pero los ciudadanos ya no quieren escuchar discursos, quieren soluciones. Y lo que obtienen son silencios, excusas y la misma fórmula de siempre: la tragedia politizada, la ayuda condicionada, el poder maquillado de empatía.
Mientras tanto, los gobernadores de su partido tropiezan entre la soberbia y la torpeza.
Rocío Nahle, gobernadora morenista de Veracruz, calificando de ‘ligero’ el desbordamiento del río Cazones; el alcalde de Poza Rica recorriendo el desastre en su lujosa camioneta; los funcionarios que llegan al lodo con botas recién compradas.
Y así, entre la incompetencia oficial y la propaganda criminal y de gobiernos color guinda, la gente queda en la desgracia y desesperación.
¿Acaso no hay tragedia sin cálculo político en México? Lo que antes indignaba cuando lo hacían otros partidos, hoy se repite con descaro, solo que pintado de guinda. La 4T prometió cambiar las formas, pero lo único que cambió fue el color de la lona, no el fondo del abuso.
Y así seguimos: entre la tragedia que se administra, el dolor que se capitaliza y los muertos que se convierten en cifra o consigna. Y es que parece que en el país donde el narco reparte ayuda y el gobierno reparte culpas, hasta el lodo tiene dueño.