El petróleo del ‘bienestar’

APUNTES PARA EL FUTURO 
Por: Essaú LOPVI 

Tal parece que desde hace años, en México la transparencia suele morir cuando toca los intereses del poder.
El caso más reciente lo exhibe Pemex, que se niega a revelar los comprobantes de pago por los crudos enviados a Cuba, escudándose en un tecnicismo: que su filial Gasolinas Bienestar, S.A. de C.V., no es un ente público obligado a rendir cuentas, sino una sociedad mercantil “de derecho privado”.

En pocas palabras, una trampa legal que parece diseñada para administrar dinero público con las sombras de lo privado.

En otras palabras, el gobierno mexicano, a través de su petrolera, crea una empresa pantalla para enviar recursos a la isla de los hermanos ideológicos. Y cuando se exige transparencia, responde con un portazo burocrático: “no estamos obligados”.

La contradicción es escandalosa, Pemex es una empresa del Estado. Gasolinas Bienestar no existe sin el dinero público, sin los barriles que pertenecen a los mexicanos, no a un comité partidista ni a una causa ideológica.

Pretender que esos envíos son asuntos “privados” es, en el mejor de los casos, un insulto a la inteligencia; en el peor, un fraude a la rendición de cuentas.

Detrás de esta narrativa hay un patrón: disfrazar decisiones políticas con laberintos administrativos. Cuba recibe crudo mientras millones de mexicanos siguen pagando los platos rotos de una petrolera endeudada hasta el cuello. No es solidaridad, es complicidad con una dictadura. No es diplomacia, es financiamiento a un régimen que históricamente ha vivido de subsidios extranjeros.

Y todo ocurre mientras México presume en foros internacionales su “compromiso con la transparencia”. Cuando se trata de negocios entre ‘camaradas ideológicos’, la opacidad se convierte en política de Estado.

Si Pemex y el gobierno creen que pueden ocultar información alegando que “no aplica la Ley de transparencia”, olvidan que el recurso con el que financian a Cuba no proviene de un fondo privado, sino de las entrañas del erario. No es dinero de Morena, no es de López Obrador, ni del gobierno actual: es de los mexicanos.