Para Pensar
Por: Carlos M. Hernández Suárez
Si me pidieran mencionar un solo factor que resumiera el potencial de desarrollo de un país, sin duda señalaría el grado de colaboración entre las universidades y las empresas.
Recientemente vi en las noticias que el rector de la Universidad de Colima ha sostenido reuniones con líderes empresariales y de organizaciones empresariales. Yo creo que son muy buenas acciones y el rector está en su papel. Lo lamentable es que tenga que hacerlo. Ni siquiera debería ser necesario buscarlos: los empresarios ––de Colima, de México y de muchos países–– no se han dado cuenta del enorme potencial de las universidades para sacarlos adelante.
No se trata de acudir a las universidades únicamente para pedirles ayuda con el diseño de una página web, un logotipo o una marca. Eso son trivialidades. Las universidades están para enfrentar retos mucho más complejos.
Tal vez no sea el mejor momento de hablar de Israel, pero en ese país los empresarios van a las universidades, a los institutos, a los centros de investigación. Van a insistir, a tocar puertas, a preguntar: “¿qué están haciendo aquí?” Son empresarios con visión amplia, capaces de detectar aplicaciones y anticipar problemas que los mismos investigadores no habían imaginado. Aun antes de tener los productos terminados, ya establecieron asociaciones e inversiones importantes para asegurar que las tecnologías se concreten y se conviertan en empresas. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, dijo la semana pasada que “cualquiera que tenga un teléfono móvil posee una ‘parte de Israel’”. Puede interpretarse como una amenaza o como una oda al poder tecnológico de ese país, pero lo cierto es que refleja una realidad.
¿Saben los empresarios de Colima qué investigaciones se están realizando actualmente en la Universidad? ¿Están dispuestos a invertir para mejorar los procesos de sus empresas? Y por otro lado: si empresarios y universitarios hicieran, cada quien por su cuenta, una lista con los diez problemas más importantes a resolver en Colima, ¿harían la misma lista? ¿En cuántos problemas coincidirían?
Vivimos una época en la que, por primera vez, las mejores oportunidades de empleo provienen de los empleos que nosotros mismos generamos, no de los que ofrece el gobierno o la iniciativa privada. Ya no podemos permitir la depresión que sigue al día de la graduación, cuando los egresados descubren que hay poco trabajo, y el poco que queda se reparte entre quienes tienen amigos o parientes.
El nuevo paradigma debe ser claro: estudia para generar un empleo para ti y para alguien más. Esa debe ser la consigna.