El hijo del expresidente y la retórica del enemigo eterno

APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI

La carta difundida por Andrés Manuel López Beltrán, hijo del expresidente López Obrador, no sorprende.

‘Andy’, desde su primer párrafo lanza un dardo contra el periodismo al que llama “hampa”, subordinándolo —según su versión— a la “mafia del poder económico”. El guion es conocido: culpar a los medios, desacreditar la crítica, convertir la rendición de cuentas en ataque político.

Lo que él y la mayoría de políticos no entienden, es que el periodismo no es culpable de que los políticos sean vinculados en temas turbios. El periodismo debe vigilar las acciones ejecutadas por los gobiernos y toda persona que ostente un cargo público o político, no estar a favor o en contra de nadie.

López Beltrán asegura que ni él ni su hermano Gonzalo han promovido amparos para evitar una orden de aprehensión. Afirma no conocer a los abogados que aparecen como promoventes y califica todo como un montaje de adversarios. Incluso señala que renuncia a los beneficios de esos supuestos amparos, pero, sino él no los promovió y no existe relación alguna, ¿qué caso tendría renunciar, era necesario?.

La estrategia es la misma que utilizó su padre durante años: ante cualquier señalamiento, la respuesta es acusar al “bloque conservador”, a los “enemigos de la transformación” o, como ahora, a los periodistas que exponen información incómoda.

Sin embargo, lo que queda claro en esta carta no es su inocencia, sino la narrativa que Morena ha decidido instalar: la supuesta persecución política como escudo cuando ellos son el poder. La tónica es negarlo todo y culpar a los adversarios, López Beltrán no responde de fondo a las revelaciones judiciales que lo colocan en el caso de huachicol fiscal.

Más aún, llama la atención su insistencia en apoyar a la presidenta Claudia Sheinbaum, como si la defensa personal tuviera que pasar, obligatoriamente, por un refrendo de lealtad política. El mensaje es claro: la familia quiere mostrar que está alineada al poder y busca blindaje político.

El problema es que, mientras los hijos del expresidente se defienden en comunicados, el país enfrenta un deterioro de instituciones, un déficit de confianza ciudadana y una crisis de violencia que ni el discurso de la “mafia del periodismo” ni los desplantes de victimización pueden ocultar.

La carta de López Beltrán es, en el fondo, una muestra de cómo en el México actual el poder político sigue jugando con el guion de siempre: siempre hay un enemigo a quien culpar, pero nunca hay responsabilidad propia que asumir.

Todo esto, me trajo a la mente las dos palabras permanentes en la saga de John Wick, que se convierten en la única ley en ese entramado cinematográfico, ‘reglas y consecuencias’.