APUNTES PARA EL FUTURO
Por: Essaú LOPVI
Las imágenes que llegan desde Nepal son contundentes: un país en llamas, un Parlamento incendiado, un primer ministro que dimite y ministros perseguidos en las calles.
Diecinueve muertos y la esposa de un exmandatario fallecida tras el ataque a su vivienda. Todo por un hartazgo que no admite más espera: la gente se cansó de la hipocresía, del derroche de lujos de su clase política y de la obscena diferencia entre el discurso y la realidad.
Quisiera pensar que se trata de hechos distantes, propios de los Himalayas. Pero no. Lo que prendió la mecha en Katmandú es lo mismo que vemos todos los días en México y en América Latina.
En Nepal, la llamada generación Z no soportó más a los “nepokids”: los hijos y familiares de ministros y ex primeros ministros que presumen viajes en primera clase, ropa de diseñador y mansiones millonarias, mientras la mayoría enfrenta inflación, hospitales colapsados y campesinos sin fertilizantes para sembrar arroz.
El guion nos resulta familiar. En México, la “austeridad republicana” convive con viajes a Europa, relojes de colección y residencias imposibles de explicar. Ahí están los lujos de los hijos del expresidente Andrés Manuel López Obrador o las casas millonarias de funcionarios y de figuras como el ex presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña. Ejemplos sobran. La opulencia de las familias de políticos es ya parte de la normalidad nacional.
En Argentina, Venezuela o Cuba, las escenas se repiten: familias enteras de políticos socialistas que disfrutan yates, autos de lujo y fiestas privadas, mientras gobiernan sociedades fracturadas y empobrecidas. Los discursos de justicia social se convierten en un disfraz detrás del cual se reparte el poder entre amigos, parientes y grupos de interés.
Nepal es hoy una advertencia: cuando la rabia ciudadana se cruza con la obscenidad de los privilegios heredados, la protesta deja de ser pacífica. Los “nepokids” se volvieron el símbolo de todo lo que no funciona: corrupción, impunidad y una élite blindada que se cree eterna.
¿De verdad estamos tan lejos? ¿Qué diferencia hay entre el hijo de un ex primer ministro nepalí mostrando su vida de millonario en Instagram y los hijos de funcionarios mexicanos o hispanoamericanos presumiendo autos, viajes y propiedades mientras sus padres hablan de austeridad y justicia social?
La sociedad ha cambiado. Las nuevas generaciones ya no necesitan de medios oficiales ni propaganda para entender la realidad. Les basta un video viral, una foto en redes o una revelación incómoda para contrastar la pobreza de las mayorías con la riqueza obscena de las élites.
Nepal hoy nos habla con fuego y sangre: la paciencia tiene un límite. Y las élites gobernantes de América harían bien en mirar hacia Katmandú antes de seguir creyendo que sus privilegios son eternos.
Porque la distancia geográfica no significa inconsciencia global. Cada lujo exhibido, cada viaje ostentado, cada casa inexplicable es gasolina sobre un barril de resentimiento que tarde o temprano puede estallar en México.
Nepal arde y nos habla desde el otro lado del mundo, pero en realidad parece que nos está anticipando nuestro propio futuro…
❕Esposa de ex primer ministro de Nepal es quemada por manifestantes
Rajyalaxmi Chitrakar, esposa del ex primer ministro de Nepal, falleció tras ser incendiada en su vivienda. Medios reportan persecución y humillación a ministros y exministros.https://t.co/K3Axem1bbz pic.twitter.com/0hJlVmVmWb
— Sepa Más (@Sepa_mass) September 9, 2025