LA VIDA ENTRE LÍNEAS
Por Elinord CODY FaceBook Elinord Cody
Qué triste e injusto es no valorar a quien camina a nuestro lado. A veces, sin darnos cuenta, hacemos sentir a las personas que no son suficientes para hacernos felices. Que, por más que se esfuercen, no basta. Y los ignoramos. No los escuchamos. No vemos lo que hacen por nosotros.
Es duro pensarlo, pero muchas veces no entendemos la riqueza que tenemos en las manos… hasta que la perdemos. Y aunque suene a frase repetida, no por eso deja de ser verdad.
Ser felices no significa estar riendo todo el tiempo. Ser felices es saber estar. Es valorar el momento, disfrutar la calma sin sentir culpa, y entender que la tristeza también tiene su lugar, pero no será eterna. Todo se acomoda. Todo pasa. Y en medio del caos, si volteamos con atención, casi siempre hay alguien a nuestro lado.
Tal vez no es la persona que esperábamos. Tal vez no llega como lo imaginamos. Pero llega. Porque Dios, la vida o el destino —como cada quien lo quiera ver— siempre pone a alguien en el momento justo. Esa persona que, con una palabra, con un gesto, con una mano extendida, nos recuerda que no estamos solos. Que aún hay esperanza. Y que vale la pena seguir adelante.
No dejemos que lo cotidiano nos vuelva ciegos. Abramos los ojos, el corazón, y aprendamos a valorar hoy. Porque quizá eso sea, al final, lo más cercano a la verdadera felicidad.
Todos estamos o nos sentimos en alguno de los dos lados: los que buscan algo que no tienen, o los que están al lado de alguien y sienten que no los ven.
Al final de cuentas, si miramos nuestras manos, están vacías. No podemos retener nada para siempre —ni cosas, ni afectos, ni personas. Nada nos pertenece. Hoy lo tenemos, y mañana tal vez no. Casi siempre vemos lo que nos falta, pero somos ciegos a lo que ya tenemos.
Todos luchamos nuestras propias batallas, todos los días. Y aunque cada quien es libre de aceptar o rechazar lo que llega, también es cierto que no podemos ser inconscientes del impacto que tenemos en las vidas de los demás.
Tocamos vidas, nos cruzamos con emociones, y eso no es poca cosa.