El pez sin el agua
Por: Rubén PÉREZ ANGUIANO*
La misión de la administración federal, la instalada bajo el signo de Morena, es (o debería ser) la continuidad de los programas sociales, es decir, el reparto masivo de recursos bajo el concepto de bienestar: pensiones, becas y apoyos diversos.
Esos programas son el signo de identidad. No es que antes no existieran, pero adquirieron una peculiar fuerza propagandística en este periodo, una fuerza que parece ser la clave del éxito político y electoral.
Lo demás ―el resto de los programas y acciones institucionales― se mira deficiente, incluso insuficiente si se compara con el pasado. Es como si se hubiera experimentado una pérdida progresiva de calidad en el aparato de gobierno y en casi todas las materias.
Los programas sociales, en suma, representan la posibilidad de mantener el ejercicio del poder. Son un cimiento, pues, y sin tal cimiento todo se desmoronaría.
El problema es que la administración del presidente Andrés Manuel y la actual, la de la presidenta Sheinbaum, parecen estar haciendo todo para desfondar esos programas sociales.
Insistamos en eso. Si los programas son prioritarios todo debería girar en torno a su mantenimiento, es decir, los recursos deberían cuidarse para que siguiera el engranaje de los apoyos sociales, pero sucede al revés: se trabaja para que los programas queden sin recursos. Suena extraño, pero así es.
Algo de lo que se hace, irreflexivamente, para destruir la capacidad financiera del país es el impulso y continuidad de proyectos “emblemáticos” que significan un derroche millonario, de miles de millones de pesos, tales como el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, la línea aérea Mexicana y otros más.
No olvidemos el despilfarro de recursos en proyectos de traza absurda, casi infantil, como la Mega Farmacia del Bienestar.
Otros costos están relacionados con instituciones como Pemex, que se convirtió en un barril sin fondo y con programas que nunca resolvieron su dilema inicial, como el del abasto de medicamentos.
El deterioro de las finanzas públicas también se expresa en el agotamiento de recursos como los del fondo de estabilización, en el endeudamiento (un crecimiento de la deuda casi al doble de la recibida por el presidente Andrés Manuel) y en la propia corrupción, que con el simple ejemplo de Segalmex (15 mil millones de pesos) basta y sobra.
No podrán borrarse de la historia los derroches absurdos que brotaron como ocurrencias, ni el endeudamiento, ni la corrupción, pero existe una solución: un cambio de rumbo a cargo de la presidenta Sheinbaum que le devuelva la estabilidad a las finanzas del país.
Sería un golpe maestro que le daría nuevas posibilidades a su gobierno.
Creo que el momento de las grandes y difíciles decisiones llegará de cualquier forma, pero es posible que llegue a destiempo.
La presidenta deberá tomar la decisión antes de que la circunstancia la vuelva inevitable.
*Rubén Pérez Anguiano, colimense de 57 años, fue secretario de Cultura, Desarrollo Social y General de Gobierno en cuatro administraciones estatales. Ganó certámenes nacionales de oratoria, artículo de fondo y ensayo. Fue Mención Honorífica del Premio Nacional de la Juventud en 1987. Tiene publicaciones antológicas de literatura policíaca y letras colimenses, así como un libro de aforismos.