PARA PENSAR
Por: Carlos M HERNÁNDEZ SUÁREZ
En el último año de mi carrera de Ingeniero Agrónomo, hace más de cuatro décadas, comencé a trabajar en mi tesis. No había muchos recursos en las bibliotecas en Colima, no había internet, ni computadoras siquiera.
Si uno quería un artículo especializado, tenía que escribir una carta, a mano, y enviarla por correo, la mayor parte de las veces, a Estados Unidos. Un par de meses después, si contabas con suerte, Poncho el cartero llegaba en su bicicleta con un sobre bolsa de alguien que quiso compartir sus publicaciones. Brincaba, prácticamente, de gusto.
Me enteré de que Chapingo, junto a Texcoco, tenía una buena biblioteca. Trabajaba en el Bachillerato 5 de Tecomán, por las tardes. Salía a las 4 de la tarde los viernes, y entonces abordaba el autobús de los “rojos” que pasaba cerca del Bachillerato con destino a Colima. Llegaba a Colima a las 5 de la tarde, compraba un boleto del Ómnibus a la Ciudad de México. Salíamos a las 8 de la noche. Llegaba a Ciudad Guzmán, donde el chofer bajaba a cenar, en el centro, y después de media hora, salía a México, vía Uruapan. No había autopista, hasta llegar a Morelia, y de ahí a México, donde llegaba a las 7 de la mañana a la Central del Norte. Luego tomaba el metro a la TAPO (Terminal de Autobuses para el Oriente), transbordando líneas porque no había forma de llegar directamente. Ahí, tomaba un autobús para Texcoco y me bajaba antes de entrar a la ciudad, en la Universidad de Chapingo.
Entraba a la biblioteca de Chapingo a las 10 de la mañana. Comenzaba a buscar y sacar copias (en pasajes y copias se me iba el sueldo como maestro por horas en el Bachillerato) y a la 1 pm salía a comprarme un hotdog, afuera de la biblioteca. Luego regresaba a seguir buscando literatura. A las 6 de la tarde iniciaba el viaje de regreso a Colima, llegando a las 10 de la mañana del domingo a Armería.
No fue una vez, ni dos ni tres. Fueron muchas veces las que repetí ese viaje. En total 18 horas de viaje de ida y otro tanto de regreso, con 7 horas en la biblioteca. Tres camiones y dos líneas del metro, para llegar. Lo mismo de regreso.
Como que aprecio ahora el tener información a la mano. He pasado por todas esas etapas y trato (es imposible) de mantenerme actualizado en algunas áreas de mi interés, y solo puedo preguntarme: ¿por qué hoy hay más información, pero menos conocimiento? ¿Será porque no nos cuesta trabajo conseguirla?