CDMX.- En un mensaje con fuerte carga simbólica y política en el marco del Día del Trabajo, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció la instalación de mesas de diálogo para avanzar —por consenso— en la implementación de una jornada laboral de 40 horas semanales. La propuesta, que forma parte del llamado “Segundo Piso de la Cuarta Transformación”, busca consolidar un nuevo paradigma de justicia laboral en México y dar continuidad a las reformas emprendidas durante el sexenio de López Obrador.
Más allá de una simple conmemoración, el anuncio representa una señal clara del rumbo que Sheinbaum pretende imprimir a su gestión: mantener el discurso de justicia social, pero bajo un marco de negociación y acuerdo entre sectores. La presidenta subrayó que este nuevo paso se construirá “con consenso” entre trabajadores, empresarios y sindicatos, un enfoque que busca evitar el desgaste político que suelen generar este tipo de reformas estructurales.
Continuidad con matices: el modelo post-neoliberal
Sheinbaum enmarcó este nuevo avance en lo que definió como un cambio de modelo económico. Afirmó que los logros laborales recientes —como el aumento al salario mínimo, la regulación del outsourcing, y el impulso a pensiones dignas— desmontan los dogmas del neoliberalismo, entre ellos, el temor a que el alza de salarios provoque inflación o ahuyente la inversión.
En este sentido, la presidenta replicó un argumento que ha sido central en la narrativa de la 4T: que el crecimiento económico es compatible con la redistribución del ingreso y la expansión de derechos laborales. Recordó que México ha alcanzado récords tanto en empleo formal como en inversión extranjera, lo que para ella valida el rumbo emprendido.
Reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales —sin reducir salario— es una de las demandas históricas del movimiento obrero y ha cobrado renovado impulso en el Congreso y entre diversas fuerzas sindicales. Sin embargo, el sector empresarial ha manifestado reservas, argumentando posibles impactos en costos y productividad.
Al optar por una ruta de “mesas de diálogo”, Sheinbaum busca tender puentes y evitar una confrontación frontal. Esta estrategia contrasta con otras reformas laborales previas que se han procesado desde el Legislativo con rapidez y a veces con escasa negociación. La inclusión activa del sector privado sugiere que la mandataria pretende legitimar la reforma y darle viabilidad a largo plazo, evitando resistencias que podrían frenar su aplicación.
Otro eje del mensaje fue la continuidad del aumento al salario mínimo. Actualmente, este permite adquirir el equivalente a 1.8 canastas básicas y la meta del sexenio es que alcance 2.5. Aunque no se detalló un calendario para lograrlo, la cifra marca un objetivo ambicioso en términos de poder adquisitivo.
Sheinbaum enmarca estos compromisos dentro de lo que llama “Humanismo Mexicano”, una visión política que enfatiza la centralidad de las personas trabajadoras en el modelo económico.