Por Balvanero Balderrama García balvanero@gmail.com / @Balvanero.B
Hay una frase que dice: lo que se mide se puede mejorar. En este caso, parafraseando, lo que se estudia, analiza, se puede entender para mejorar.
Lo desigualad, se puede entender como la ausencia de equilibrios. Se hace referencia a tres grandes tipos de desigualdades: social, económica, política.
Quienes no viven este desequilibrio -hacia el lado negativo me refiero-, muchas de las veces no tienen la conciencia de la carencia de quienes experimentan las consecuencias de estas.
La Dra. Mirta Zaida Lobato (2011) al hablar sobre las desigualdades sociales hace una interesante enumeración:
Hablar de ellas implica tener en cuenta un arco de “desigualdades”, podría decirse también, un repertorio de desigualdades como las salariales, tributarias, geográficas, generacionales, de género, educativas, de salud, de acceso al sistema financiero, a los sistemas de transporte, etc. Ellas contradicen principios igualitarios y nos ponen cara a cara con las prácticas políticas que generan desigualdad y hasta se convierten en discriminación.
Ese arco o repertorio, como señala la Dra. Lobato, requiere miradas que entiendan las causas, factores y consecuencias, a fin de lograr una sociedad más justa, que sería como decir una sociedad en equilibrio.
Las desigualdades se van construyendo, ahondando, en el devenir, como lo indica Vicente Moctezuma Mendoza citando a Juan Pablo Pérez Sáinz:
Nos remite a una de las dimensiones que constituyen esta mirada en la profundidad de la desigualdad, la que da el tiempo histórico, es decir, el reconocimiento de los procesos y transformaciones, rupturas y continuidades, que han colocado a la desigualdad como un rasgo persistente en los países de la región (América Latina).
Por ejemplo, la distancia, perceptible, del acceso a servicios educativos en distintas zonas del país; por citar unos datos, el analfabetismo, las tres entidades con mayores porcentajes de personas que no sabían leer ni escribir son Chiapas, Guerrero, Oaxaca. En el grado promedio de escolaridad, las mismas entidades tiene los más bajos en el contexto nacional Chiapas (7.8), Oaxaca 8.1), Guerrero (8.4), la media nacional está en 9.7 grados aprobados (INEGI, 2020).
En lo que respecta a la pobreza, CONEVAL acaba de dar a conocer la Medición de Pobreza 2022 (en base a la ENIGH del mismo año). En los datos, generales, se puede destacar que el 36.3% de la población en el país se encontraba en esta condición, de pobreza, una disminución significativa de la del 2020 que reportó 43.9 por ciento. Esos porcentajes representan millones de personas.
Como en cada ejemplo, los datos acumulan historias distintas, trayectorias que han vivido y siguen viviendo, las desigualdades.
Las vulnerabilidades, decíamos, están ahí, no es posible negarlas. De ahí la pertinencia de su estudio sistemático para buscar disminuir las brechas existentes.
Aquí toma relevancia el nuevo programa que inicia este semestre en la Universidad de Colima, Doctorado en Estudios Socioculturales de las Desigualdades, que pretende: “…desarrollar investigaciones y análisis críticos para producir conocimientos, diagnósticos y evaluaciones originales y pertinentes en torno a las grandes inequidades sociales…”.
Tampoco es tarea de una sola institución, es competencia de todas y todos. Habrá que hacer conciencia, primero, para trabajar en modificar conductas, cambiar hábitos y hacer vida los derechos.