Alumno de la Facultad de Ciencias cursará doctorado en la U de Iowa

Un día después de cumplir 22 años, al abrir su correo electrónico, José Andrés Sepúlveda Quiroz, sin esperarlo, pues había sido rechazado por tres universidades, supo que la Iowa State University, en Estados Unidos, le ofrecía un lugar para estudiar su doctorado en física.

Fue una conmoción, recuerda este joven estudiante de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Colima, quien trabaja ahora en su tesis de licenciatura. Dice que leyó dos veces el mensaje y después le habló a su padre. Ese correo, asegura, “y esos cinco minutos, fueron la culminación de casi diez meses de algo llamado preparación”.

Como otros jóvenes de la facultad de Ciencias, interesados en continuar sus estudios en el extranjero, Andrés Sepúlveda había cumplido con sus exámenes de nivel de inglés, de conocimientos generales en física, y había mandado sus solicitudes a varias universidades. Nada. Hasta ese día, diez de junio de 2011, cuando abrió el correo aún con los vapores de su fiesta de cumpleaños, y supo que había sido aceptado.

En las próximas semanas deberá arreglar sus asuntos para irse a Iowa. “Si te aceptan en un posgrado de Estados Unidos –dice–, ellos pagan la inscripción y los estudios. En mi caso, me ofrecieron además un puesto de Profesor Asistente con un sueldo de mil 600 dólares mensuales”, que le servirán como manutención los aproximadamente seis años que deberá pasar en aquel país.

Espera vincularse al área experimental de física de altas energías, sobre todo con el equipo de la profesora Mayly Sánchez, quien trabaja en la Universidad de Iowa, ya que ella y su grupo investigan un tema que a él también le interesa: el de los neutrinos, que son, por cierto, las partículas más abundantes y ligeras que se conocen.

Quiere conocer el papel que juegan y han jugado los neutrinos en la evolución del universo. “El estudio de los neutrinos –dice– nos podrá decir también por qué hay materia en lugar de antimateria en el universo”.

Andrés Sepúlveda es un joven curioso y de buen humor, que al hablar de su interés por la física dice que “es lo más parecido a cuando te enamoras; al principio ni cuenta te das de la existencia de alguien (en este caso de la física) hasta que la tratas y te das cuenta que, después de todo, tiene su encanto. Con el tiempo tomas confianza. Después vienen las risitas, las sorpresas, y cuando menos lo piensas, ya la traes en tu mente todo el tiempo”.

Aunque en un principio no entendía la física, jamás se desanimó, recuerda. Dice: “mi ignorancia me motivó a investigar”. Luego conoció la Facultad de Ciencia y asistió, por dos años, al Instituto Heisenberg antes de entrar a la licenciatura.

Los maestros de esa facultad, dice, fueron definitivos a la hora de seguir estudiando física (“ellos tienen la culpa de mi futuro sufrimiento”, bromea). Dice que, desde el primer día de clases “sentí que me estaban formando para estudiar en cualquier lugar del mundo. Así de potente. Había que trabajar, investigar y estudiar por tu cuenta”, y eso no muchos lo soportan, por lo que algunos, tras una semana de intentarlo, suelen darse de baja.

Le gustaría, dice, poder realizar en México los experimentos que hará en Iowa, algo que pusiera a nuestro país en el top ten de las potencias científicas. “¡Qué necesidad habría de emigrar a otro país y alejarse de todo, si hubiera suficiente apoyo económico y laboral para ejercer e impartir tus conocimientos a la gente!, pero eso está muy lejos todavía de convertirse en una realidad”.

Dice que deberíamos ser como los chinos, los hindúes o coreanos, que envían cada año miles de estudiantes fuera del país para que se preparen. En la U de Iowa, comenta, el año pasado entraron al posgrado mil 200 chinos y apenas 30 mexicanos.

A los jóvenes que inician la licenciatura en las áreas de física y matemáticas les dice que “lo bueno cuesta”, que no esperen fiestas de bienvenida ni puntos por asistencia o por buena participación; que pronto se darán cuenta de su propia ignorancia y limitaciones. A cambio, dice, tendrán los momentos de comprensión “más satisfactorios y emocionantes de sus vidas”. Además, “si tienen suerte y trabajan mucho, podrán salir del país”.

Después de un tiempo, asegura, “se darán cuenta de lo apasionante que es entender a la naturaleza; experimentarán un cambio de actitud y de mentalidad. No serán del montón. Adquirirán capacidad crítica y sabrán discutir con razonamiento. Alguna gente (incluida su familia) los llamará raros, pero ustedes sabrán perfectamente que quien ve telenovelas todo el día sí que es raro. Conceptos como bello, interesante o charlatán serán más amplios para ustedes. Puede que se enamoren de un libro”.

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